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27 de septiembre de 2009

Branding y Barrio (2) El precio justo

Hay una tienda de ropa, mejor dicho, había, ya que tuvo que cerrar por culpa de no comprender el efecto que el precio y la calidad de los artículos, moda infantil en este caso, ejercía en el público.
Esta tienda estaba ubicada en un zona considerada de un nivel adquisitivo medio-alto, en Pozuelo de Alarcón en Madrid.

El nombre Kmpongo, presenta una serie de connotaciones en la mente de los clientes. ¿Cuáles serían éstas?. En mi opinión lo primero que se podría deducir es una tienda de ropa dirigida a chicas adolescentes. Quizá sean ellas las primeras que se hacen esa pregunta, antes que ellos, que alguno no se la hará a lo largo de su vida.
Parece que estamos ante un nombre muy potente, define la actividad de la tienda, el público al que va dirigido. Pues no, al acercarte ves que la gran mayoría de artículos van dirigidos a público infantil. El nombre dejó de ser un gran nombre, de entrada confunde. Los precios llamaban la atención por ser muy ajustados, quizá demasiado.

Uno de los propietarios me comentó que a través de contactos en distribuidoras y fabricantes, conseguía ropa de marca, de muy buena calidad a muy buen precio, quería demostrar que se podía ofrecer este tipo de producto a un precio justo.

Como en todo proceso de posicionamiento, es básico tener en cuenta las percepciones que de la empresa, marca, tienen los usuarios. Nunca ir contra ellas.
Le hice saber que , en mi opinión, nadie de la zona iba a entender que podría conseguir ropa de calidad a ese precio, es más, esperan pagar algo más por esa calidad, nunca menos.
Conozco gente que compraba allí y aseguraban que era cierto, esas fueron las que disfrutaron de esta tienda.

Las percepciones del resto no encajaron con la voluntad del propietario, no se entendió que esa zona, ropa de calidad costara tan barata, y no iban a comprar.
Continuó haciendo ofertas, tarjetas, todo relacionado con el precio, para ajustarlo más y más.
Es fundamental entender como te ven los clientes, que esperan de un negocio de ropa infantil de calidad.

Mi consejo fue que o bien que subiera precios a riesgo de perder los clientes habituales, que eran los menos, incluir ropa de adolescente e ir pocoa poco acoplándose a su nuevo enfoque. O bien cerrar, volver a abrir con otro nombre y enfocarse si quería en lo mismo, eso si teniendo en cuenta las percepciones de los clientes.
A los tres meses cerró.

Tienen un nombre con mucha fuerza, buenos productos, buen servicio, y con el enfoque apropiado muchas opciones de éxito.
Quizá la enseñanza sea que el producto no garantiza el éxito, la calidad se da por supuesta para entrar en el mercado, importa más , mucho más, las percepciones que sobre ese producto tenga en la mente de nuestros posibles clientes...

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